A Oriana

Ella durmió sonriente sobre mis piernas,
luego de pelear por el espacio, respiró muy hondo y se hundió en la niebla,
sus pestañas pequeñas y preciosas perdonaron cada reojo de mis ojos fieros,
comisuras aladas volaron de risa por las morisquetas que le di a su tiempo.

La vi convertirse desde un rumor en el fondo de un abismo tierno,
en una pequeña masa que latía y era espiada un día
en un mapa móvil, entre blanco, gris y negro,
después imprimió su estancia en mi vida, tremoló berridos,
siguió en garabatos de una voz pequeña, dichos sin sentido
pero en cada estrofa de su boca, inmune de dientes y brillos,
con los gorgoritos de su baba tenue me dijo un discurso que aun no olvido.

Fue pasando el tiempo y su piedrecita de cuerpo pequeño se llenó de mimos,
repartió: te quero, papá, dame un besho, gritos, noes, gestos y locos berrinches
a cada momento,
dibujó colores,
rompió algún objeto,
bañó los muñecos en el inodoro
así lo recuerdo,
desfiló en el pasto como una modelo,
sacudió los perros
y en una eterna complicidad sin celos,
les mordió orejas,
pellizcó en el lomo,
aplastó y huyeron
juntos y en manada, corriendo y corriendo, hacia el pomelo
que miraba, viejo, desde cada fruto como ella crecía sin dejar de darnos en las madrugadas
ese tibio sumo, que con el café, nos acompañó un tiempo.

Fue creciendo el lío, se fueron amores, luego los dolores de partir al mundo otra vez, de nuevo
vinieron caminos, kilómetros, días de trabajo y fuego,
nunca se perdió al atardecer su luz en mi horizonte,
es aun hoy la estrella que más brillo trae y remarca el norte en todo mi cielo,
es el lucerito que en cada avance de su crecimiento,
me hace henchir, rogar y estrujarme,
me hace feliz, sonriente, anhelante,
me da sin reservas conciencia completa de que estoy viviendo
y que mi destino nunca ha sido infame,
sino que, al contrario, desde que soñada en mi propia infancia,
hasta el día de hoy que casi ya añora ella sus hazañas
de niña pequeña, de primera infancia, ha marcado un mundo de amor,
un camino,
derrotero,
huella,
hogar y esperanza,
de verla algún día partir de su pueblo,
hacia el mundo ancho y sentirse uno con el Universo.


Osvaldo C. Trossero
Agosto 4 de 2010

Comentarios

  1. es muy bueno lo tuyo cuanto amor yo no se escribirle a nadie pero la entendi y me gusto mucho no te hacia con esos dotes

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