El mito de la caverna (interpretación de la alegoría de Platón)

Somos prisioneros que habitamos una caverna subterránea. Desde niños estamos encadenados e inmóviles. Sólo podemos mirar y ver el fondo de la caverna. Detrás nuestro, en un plano más elevado hay un fuego que proyecta luz sobre ese fondo, como si fuera una pantalla; entre el fuego y nosotros, prisioneros, hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared, un tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Este tabique es el apoyo de nuestras espaldas. Por el camino desfilan unos individuos extraños, algunos de los cuales hablan, otros silban o murmuran; portan en sus manos esculturas y pancartas que representan distintas cosas: unos figuras de animales, otros de árboles, formas geométricas y objetos artificiales sin sentido siquiera. Dado que entre estos raros paseantes y nosotros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por...