¿De qué estamos hechos?
¿De qué estamos hechos?
¿Somos recursos naturales?
¿Somos naturales, o solo recursos?
Natural, naturalidad, naturalmente.
Somos recursos naturales, no lo sabemos.
Acá estamos, somos parte
y, atrevidos, pedimos la parte que, decimos, nos toca.
La miramos de arriba, con ansias de dominarla, de volverla nuestra.
Cuando nos pasa factura y nos hace pagar el precio, la vemos de soslayo;
sospechamos de ella, sólo porque se decidió a devolvernos algunas atenciones,
de las que antes le aplicamos, sin miramientos.
La miramos, a veces, con naturalidad.
Como si ella estuviera ahí por nosotros y no al revés.
Nos servimos de ella
y eso no estaría mal,
si aceptáramos, naturalmente,
que a veces nosotros debemos servirla y servirle.
Nos creemos exentos, no inscriptos tal vez
y somos no mucho más que “monos-tributistas”.
Desde Adán en adelante venimos confrontando su dominación, y desde entonces perdemos cada batalla, no importa cuánto daño logremos infringirle, invariablemente obtenemos el mismo resultado. Así y todo insistimos, día tras día, como Sísifo subiendo la cuesta, para comprobar que más tarde o más temprano, la roca rodará de nuevo al valle, y así, igual que él, tentaremos otra vez la tarea de avasallarla. A veces, por un rato, creemos haberlo logrado, sólo hasta que el próximo huracán vuele nuestro castillo de naipes y nos arranque de la piel esas ideas.
En este 2012 tan intenso, con cada lluvia y cada sol, nos fuimos emparejando y algunos ya la vemos a la cara…seguimos siendo unos sinvergüenzas.
Quizás más adelante, tal vez dentro de poco, logremos la proeza de verla como es debido, como la suma de todo y seamos sumisos ante su grandeza, ante la inmensa escuela de su existencia, de la que somos entraña pura. Así, tal vez, podamos recobrar el coraje de llamarla “Madre” y dejemos de calcular, tontamente, cuándo de ella cabe en uno de nuestros bolsillos y en los bancos.
Tal vez allí, miremos mansamente como ella así como origen, es también nuestro destino y quizás, con algo de fe y buen vivir, podamos empezar otro ciclo, mecidos en la ancha falda de mamá Naturaleza.
Osvaldo C. Trossero
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