Camino
Me tragué toneladas de basura, manuales de disciplina, ideas viejas, relicarios y hasta mapas. Digerirlas me llevó 40 años y aun hoy aparecen en los restos que la taza sanitaria al fin lleva a parar a las cloacas. Empecé por mirar en otros ojos, unos ojos que parecían extraños, que decían con descaro: “si te perdés afuera igual seguís siendo un ermitaño.” Nada entendí y puse a los demás palabras mías, colgadas como la ropa mojada, hasta que vi que cada camisa era mía y ya seca bien se me acomodaba. Comencé a rechazar tanto lo otro, ya no soportaba esas caras, que con una Gillette gastada y oxidada me miraba al espejo y me cortaba, con la ilusión de cortar en esa cara otra cara por mi cara rechazada. Casi ayer, ya muy cansado, comencé la maestría en escaparme. Me colgaba en ala delta y me volaba ante la más mínima y sorda brisa que sirviera para alejarme. Hasta que de una buena vez en esos vuel...