Estrofas de puerto y río

Acá se adivina la tersura del agua
y se puede inferir
que el aire está muy limpio.
El sol
que amanecido
se filtra lento en las hojas
y el hondo rechinar
de los cantos y los trinos
no alcanzan a tapar del todo
el fresco olor del río. 

Asomado a la barda
           que me separa del flujo
puedo ver los camalotes
navegando infinitos.
Imagino a los peces
merodeando por los bordes
mientras la gente recorre,
sin saber
           ni sentido,
sólo para ser sanos
y bonitos
aun ignorando al río.

Acerco la mirada al sol
de los reflejos partidos
veo formas, chispas, hadas
oigo el sordo trazo de los mitos
que cuentan de otros soles
de otros pueblos
de otros ruidos
una historia reflejada
en los ardores del río.

Basta un bote desprolijo
para salir del aullido
de los motores
del grito
de la oferta
del bullicio
para llegar a la isla
para saberme infinito
y disolverme en el agua
como cuando era chiquito
con muy poco estoy ahí
diez remadas y un suspiro.

Gracias por estar aquí
por darle distancia a mi alma
darle derrame a mi mismo
por ser un espejo enorme
en donde a veces me miro
por traer de tu futuro
hondura y suavidad
a mi presente
acotado
y al mismo tiempo extendido
y dejarme ver el paso
de las aguas y los tiempos
en tu reloj de fluidos.

Osvaldo C. Trossero
Noviembre de 2013





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