Día fuera del tiempo
Hoy es el día fuera del tiempo.
Hoy puedo danzar en el aire que llena mis pulmones, mis
células y parajes que apenas imagino.
Hoy puedo cantar y conmover cada átomo que me conforma, y
como un átomo más en el mar puedo esparcir una mínima vibración que purifique un
micrón del universo.
Hoy puedo pintar, sólo con gestos, la belleza más grande
y la penuria más horrible, puedo mezclarlas y comprender que con sus matices:
así está bien.
Hoy puedo interpretar miles de personajes y reconocerme
en todos, y en ninguno, sin miedo a la insania y sin la vergüenza de ser un “yo”
sonrojado y tímido.
Hoy se me permite esculpirme con materiales del cosmos,
hacerme por ejemplo un rostro de soles, brazos de ríos que lleguen lejos,
abracen, limpien y ayuden a crecer, una espalda con hombros de dunas de arena
infinita, un torso de campos fértiles con sus montes y sus praderas, un sexo
volcánico por momentos, capaz de engendrar vida y unas piernas poderosas y de
fluir hechas de mareas; hoy sí puedo esculpirme maravillosamente.
Hoy puedo tomar una foto y contener el todo en esa
imagen, porque hoy puedo soñar con el resto incompleto.
Finalmente, hoy, en este día fuera del tiempo, puedo
escribir mis propósitos y dejar que una luz, otra luz, la misma luz, guíe mi
mano y trace un mapa, un manual, un poema que sea como mi vida, un poema para
declamar al absoluto desde mi ínfima partícula vital, mota flotando en el aire
limpio del día de hoy.
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