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Mostrando entradas de julio, 2011

Elegía del hombre viejo

Dirán que he sido yo quien truncó la extensión inmensa con la piedra y la cal. Señalarán mi frente como la de otro cualquiera que quiso eternizarse en una silueta. Marcarán horrores en acentos sonoros al nombrarme por haber construido en nombre de otros. Razonarán razonables sus razones, sus apotegmas, sus conclusiones, sus certezas. Diseñarán un nombre nuevo para ese nombre, mi nombre, que ya no entrará en sus cabezas. Recelarán de todo lo que se parezca a mi espectral esbozo. Destacarán que ha sido el triunfo de la voluntad, por sobre el roce de la sinrazón, del odio. Dictaminarán que nunca se ha de conseguir con simpleza, armonía y amor elevar una obra monumental que ensalce al hombre en todo su valor, que sólo el esfuerzo y el dolor harán honor al ser superior. Seguirán temiendo que alguien alcance el sitio central en la cruz de madera que un día otro ocupó. Descubrirán que una palabra y un largo silencio bastan, pero escribirán libro tras libro para inter...

Liberación de la paradoja, o viceversa

Siempre me sonó rara la palabra "liberación", en su uso político. Me da la sensación que a veces se discursea la liberación con la pretensión de liberarnos de nuestra libertad natural para entregársela a alguien que se queda con nuestra libertad para hacernos libres de otro distinto (¿?) que también nos quitaba la libertad para hacernos libres. ¿Raro no?

"...el concepto es siempre enemigo de la esencia"

"...el concepto es siempre enemigo de la esencia. Se dice que cuando un niño aprende el nombre de un ave pierde el ave, no ve nunca más el ave, sino solamente un gorrión, un zorzal, un cisne..." Joyce Cary

LA FÁBULA DE LOS CIEGOS (INSPIRADA EN VOLTAIRE)

Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dio el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña. Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes. Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber, y de esta manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible para unos ciegos. Por desgracia sucedió entonces que uno de sus maestros manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca del sentido de la vista. Pronunció discursos, agitó cuanto pudo, ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del gremio de los ciegos. Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores,...

LA LEYENDA CHINA

Esto se cuenta acerca de Meng Hsie. Cuando supo que últimamente los artistas jóvenes se ejercitaban en colocarse cabeza abajo, decían que para ensayar una nueva visión, inmediatamente Meng Hsie practicó también este ejercicio. Y después de probarlo un rato declaró a sus discípulos: —Cuando me coloco cabeza abajo se me presenta el mundo bajo un aspecto nuevo y más hermoso. Esto se comentó, y los jóvenes artistas se ufanaban no poco de que el anciano maestro hubiese respaldado así sus experimentos. Se sabía que apenas hablaba, y que enseñaba a sus discípulos no mediante doctrinas sino con su simple presencia y su ejemplo. Por eso sus manifestaciones llamaban mucho la atención y se difundían por todas partes. Poco después de que aquellas palabras suyas hubiesen hecho las delicias de los innovadores y sorprendido e incluso indignado a muchos de los antiguos, se supo que había hablado otra vez. Contaban que había dicho: —Es bueno que el hombre tenga dos piernas, porque pone...

LA PARÁBOLA CHINA

Un anciano llamado Chunglang, que quiere decir «Maese La Roca», tenía una pequeña propiedad en la montaña. Sucedió cierto día que se le escapó uno de sus caballos y los vecinos se acercaron a manifestarle su condolencia. Sin embargo el anciano replicó: —¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia! Y hete aquí que varios días después el caballo regresó, y traía consigo toda una manada de caballos cimarrones. De nuevo se presentaron los vecinos y lo felicitaron por su buena suerte. Pero el viejo de la montaña les dijo: —¡Quién sabe si eso ha sido un suceso afortunado! Como tenían tantos caballos, el hijo del anciano se aficionó a montarlos, pero un día se cayó y se rompió una pierna. Otra vez los vecinos fueron a darle el pésame, y nuevamente les replicó el viejo: —¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia! Al año siguiente se presentaron en la montaña los comisionados de «los Varas Largas». Reclutaban jóvenes fuertes para mensajeros del emperador y para llevar su litera. Al h...

Black Dub - "I Believe In You" Live Off The Floor

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Buenos ejercicios de memoria

Buenos ejercicios de memoria En un acto de rigor existencial la vida los dejó a un lado del camino. __ Reconozco que la destrucción del plano no fue una buena idea; pero era tentadora... __ ¡Claro! Total, qué podías llegar a lamentar vos, si con tu memoria de elefante no necesitas mapas ni planos. Además ese carisma que te preocupás por pulir tan esmeradamente te ayuda siempre a salir del paso. ¡Los demás nos jodemos mientras tanto! __ ¡Eh!, pero no lo tomes así. No era mi intención joder a ninguno de ustedes. No seas injusta, y nunca, pero nunca, me pongas ideas en la cabeza; que en una de esas por eso del "carisma", viste, me hago la loca y me fugo sin ustedes. __ Así que encima de todo te burlás. ¡¡No ves que sos una chiquilina!! __ Por eso te digo que no me des ideas extrañas, por ahí me tiento de nuevo...como con el plano. __ ¡Vengan, vengan! __ dijo Cristina desesperada llamando a los que todavía estaban desperdigados por el lugar, para que at...

Adiós Eugenio

Adiós Eugenio Ciento veinte 120 ciento treinta 130 ciento cincuenta 150 ¡¿ciento ochenta?! ¡¿180?! Hasta cuando piensa seguir acelerando esa máquina, es muy poderosa, ¿pero, tanto? Quién controlará el rumbo si el conductor está navegando algunos cielos por arriba de la angosta ruta de montaña. La fosforescencia de los carteles no actúa como atracción para esa cabeza voladora. Las perspectivas no son nada halagüeñas: ciento ochenta y tres 183. Qué pensará un tipo a ciento ochenta y siete 187 kilómetros por hora en una ruta angosta de montaña, subido en su auto y en alguna nube espesa de pensamiento, seguramente no piensa en la muerte, o quizás sí, tal vez es en lo único que piensa, porque ciento noventa 190 no parece cruzarsele por la cabeza. Qué maldito pecado alimenta semejante inconsciencia, semejante pecado, qué desprecio por la vida, qué ceguera nubla tan vilmente a una persona para que no perciba la espantosa cercanía del abismo. El olor a caucho n...