La lluvia y los horneros
Veo una pareja de horneros trabajar su nido bajo la lluvia, como si estuvieran urgidos por un patrón severo que no alcanzo a divisar. Trabajan sobre la copa de un palo borracho joven, que crece frente a la ventana de mi escritorio, donde a veces logro poner en orden palabras e ideas. Ese árbol, plantado por un vecino hace unos años, fue podado recientemente en su tronco principal, tronchado sólo para que no peligre un tendido eléctrico que al poco tiempo fue trasladado. Daño inútil. Lo miraba y me decía qué feo trabajo que hicimos los humanos en ese pedacito de naturaleza. Desde hace unos días veo crecer la casita de los horneros, o caseritos como les decimos también en estos pagos. La vi coronar el corte del tronco en lo alto, la amputación, y se me ocurrió que la misma naturaleza estaba construyendo en los bordes donde los hombres nos empeñamos en dañarla. Mi barrio, de las afuera, recibe la migración de los pájaros de los campos cercanos, que huyen ma...