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Mostrando entradas de junio, 2012

Así soy hoy aquí

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Qué decir de las noches y la lluvia, ya todo fue dicho. Qué contar de los amores y su materia, todo ha sido intentado. Qué mostrar de las entrañas, si hasta la mugre de debajo de las uñas ha salido al aire. Qué manifestar de las ideas y los pensamientos, si unas se marchitan, te marchitan,  y los otros son casi una plaga. Hoy voy a capitular de esos intentos y me voy a conformar, sin renuncias ni resignación, con ser aquí y ahora este calorcito intenso que me puebla. Si es con vos a mi lado: espléndido, si no es con vos a mi lado: maravilloso aunque un poco más concentrado. Sí algo es seguro es que el viento soplará algún día estas siluetas de arena con las que nos damos forma. Pelu

Con mi mochila repleta

Cargar la mochila con ideas Llevarla a la espalda por un rato Sentir el peso de los recuerdos, mezclados con las imágenes Con la imaginación Con las atribuciones de un arbitrario animismo Para cosas que están quietas. Cargar esa mochila por un rato Y luego descargarla en poesía Es como un orgasmo lento  Luego d e un largo rato de lucha,   de fragor Un soltar el control y desparramar la vida Para que corra como los chiquilines por la arena. Llevar esos bártulos por demasiado tiempo Encorva el cuerpo Y lo acobarda. Osvaldo C. Trossero (Pelu) 19 de junio de 2012 

El ejercicio del Yo

Cada vez que yo practico la primera persona en mí, en mí mismo, por mí cuenta, para mí, en mis cabales; cuando transfiero las acusaciones, los juicios y las sentencias a esos otros (a veces tan inasibles) a mí propia cuenta; cada vez que traduzco al yo mío de mí mismo todos las diatribas y las broncas; cuando, en vez de proyectar a la pantalla del otro, reflejo en mi propio fondo blanco mi película mental, o  escribo y hasta tal vez simplemente digo,  el discurso al otro pero dicho para mí en primera persona del singular, acabo, invariablemente,  por volverme mucho más benévolo con los demás. Como se ve el mío no resulta un gran acto de altruismo o la pirueta mágica de un sabio santo, no. Resulta que con sólo ponerme el poncho que obligo _en palabras_ a vestir a esos otros, termino por darme cuenta dónde me aprieta la pieza y registro el calor agobiante que puede producir ese género tan energético y abrigado llamado juicio-moral. Es decir, que cada vez que pra...