La "Pensión 14" y la prostitución nacional
La “Pensión 14” y la prostitución nacional
Me enteré por los medios que días atrás la municipalidad local, en sintonía con la onda (metáfora totalmente radial) mediático-política existente a nivel nacional, se tomó el trabajo de clausurar la archiconocida “Pensión 14”. Lo hizo en el marco de una ordenanza municipal que prohíbe la habilitación en la ciudad de Paraná, de espacios-locales-comercios, donde se ejerza la más que conocida ocupación de la venta de ilusiones, fantasías, placer o, al menos, desfogue sexual.
Luego, un Juez de faltas, competente para decidir y presumiblemente cumpliendo las leyes y normas vigentes, también los principios generales del derecho, el Dr. Barbagelata, decide revertir la medida y provoca la “indignación” de la primera mandataria municipal, la Profesora Osuna, quién ostentaría el carácter femenino recomendado para mandatarias en la Argentina, dado que según lo indica Análisis digital,: “…ordenó que sus asesores legales busquen urgente contrarrestar con sólidos argumentos lo dispuesto por el juez de Faltas, ya que no estaría dispuesta a retroceder en la medida, al considerar que allí se ejerce la prostitución y no es para “hotel/pensión” como se dice, ni para vivienda personal de quien figura en el alquiler”. Me tranquilizó leer que se pretenden sólidos argumentos, supongo que legales, para contrarrestar la medida judicial, aunque me preocupó en mayor medida que “no estaría dispuesta a retroceder”. Las pasiones humanas estaban en juego.
Claro que con estos estímulos se me llenó la sesera (v.g. cabeza, contenedora de sesos, aclaración para los más niños) de preguntas, que intento compartir en esta carta. Algunas de mis dudas son de los más ramplonas y otras no lo serán tanto, aunque, claro, sin tampoco por ello querer pasarme de vivo ni entrar en honduras excesivas; pongo sí el mayor esfuerzo para rehuir la ciénaga de lo que está de moda y resulta políticamente correcto decir. Es decir que no voy a tratar de quedar bien con los lectores, sean estos políticos, militares (¿o era militantes?), la juventud “comprometida”, las “chicas”, los lúmpenes que se aprovechan del negocio, la policía, los clientes de este añejo clientelismo, entre otros interesados en el sexo por dinero. Al único que rescato, sin conocer el expediente, está claro, es al Sr. Juez, porque hago profesión de prudencia al calor del Martín Fierro y del Viejo Vizcacha: “Hacete amigo del juez , no le des de que quejarse, y cuando quiera enojarse, vos te tenés que encoger, que siempre es bueno tener, palenque de ande rascarse”, que aunque no sea el afamadísimo Oyarbide, el Señor de los Anillos, es Juez y eso es lo que vale.
En efecto, en junio de 2011, se promulgó en Paraná la Ordenanza 8955 que decreta la prohibición para todo el ejido de la ciudad de la habilitación de cabarets, whiskerías, y en general todas las casas o locales que bajo cualquier forma o denominación, de características similares, que con acceso abierto o restringido, permita que sus propietarios o administradores obtengan un lucro, ganancia o comisión por la explotación sexual o el ejercicio de la prostitución de terceros, hayan estos prestado o no su consentimiento para ello. Esto querría decir que la mítica “pensión 14” __ mítica tanto por lo legendaria, como por lo que de falsa tenía__ debería ser clausurada. Estos detalles los conocerá el Juez interviniente, Dr. Barbagelata, así que asumo que su decisión, más allá de llamar a indignación, debería analizarse en términos jurídicos, por ejemplo, las habilitaciones existentes de estos tugurios caducaban automáticamente a los 12 meses de publicada la norma municipal, esto es junio de 2011, quiere decir prima facie, res non verba, veni vidi vici, que no habría expirado el plazo; o tal vez no estuviese suficientemente probado en el expediente que en ese solar se ejercía la prostitución, cosa que no está prohibida en sí misma y que además no es la causal de clausura de la ordenanza comentada, que prevé que exista una ganancia, comisión o beneficio, para el dueño o administrador del local y aquí me surge una de las incómodas preguntas: ¿por qué la ordenanza dice que son “propietarios o administradores” los que se beneficiarían y no dice propietarios o propietarias, administradores o administradoras, como es usual aclarar en estos tiempos que corren? ¿Es un dejo sexista de la norma? ¿Los hombres, como género, estamos siendo imputados por asimilación en actividades ilícitas? ¿Qué pasa si se trata de una propietaria, como es el caso de la “Pensión 14”, no es imputable? ¿Si alguien quisiese abrir un cabaret de verdad, tipo Tropicana de la Habana o Moulin Rouge de París, donde alguna chica quizás luego de bailar vendiera su cuerpo, podría, habría una excepción a la ordenanza, o es un imperativo absoluto? Bueno, vieron, las preguntas no vienen de a una.
También observo asombrado un hecho notable que el destino no quiso que sucediera en nuestras tierras entrerrianas: ¿qué hubiese pasado si la norma que aprobó el concejo deliberante local, la hubiese aprobado la legislatura porteña? ¿Lo pensaron señores concejales? ¿Cómo se las hubiera arreglado el Juez de la Corte Suprema Dr. Zaffaroni, que al parecer tenía como 6 (SEIS) departamentos alquilados para el ejercicio del viejo negocio de la carne (no de la carnicería)? ¿Zafaba Zaffaroni, o no zaffaroni zaffaroni? Es notable, un mes antes que se conociese la noticia que involucró, pero no afectó, al reconocido jurista, el órgano legislativo local, le tendía una celada a personas de su calaña: de todas formas, ¿alguien averiguó si Zaffaroni tenía o tiene un departamentito alquilado en Paraná? Qué momento para la indignación, ¿no?
Otras actitudes, como la que se le asigna a la presidente (a) del ejecutivo municipal, que se habría indignado por el ejercicio de la prostitución, me llevaron a nuevas dudas: ¿se indignará también por la prostitución callejera? ¿Y lo hará por la prostitución VIP, en departamentos céntricos, quintas y otros lugares, aun con vista al río? ¿O sólo la indigna la prostitución de mala muerte que se ejerce en los prostíbulos baratos de Paraná que ahora se prohíben? ¿No se mezcla un poco todo?
El ejercicio de la prostitución es un acto, como todos los humanos, moralmente calificable, pero siempre de una manera subjetiva e imperfecta. Habrá quienes la glorifiquen, la practiquen, la usufructúen, la repudien, la condenen, la perfeccionen, la, la, la… Ah!, perdón, y habrá hombres y mujeres en ambos lados de la ecuación, aunque ya desde antiguo, Sor Juana Inés de la Cruz, patrona de las feministas, haya enrostrado con artículo masculino que:
¿Quién será más de culpar
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Por eso de las subjetividades y como vivimos en una sociedad, o suciedad, se supone que es la ley la que debe primar y no las calificaciones morales, ni tampoco la emocionalidad, personalísima, que nos lleva a indignaciones o apologías sobre los actos de los hombres (y mujeres). En todo caso esas emociones y subjetividades serán el motor de propuestas en los órganos legalmente existentes, para normar la vida en sociedad, para lo cual debería existir conciencia y consenso acorde al sistema político. Siempre entendí que no se prohíbe la prostitución por ser también de índole personalísimo, porque es muy difícil además su tratamiento desde la moral que sea que se tenga, también porque es tan antigua que hasta la Biblia la nombra y así esto de andar indignándose tanto me suena a pose, a la “macchieta”, al estereotipo de lo políticamente correcto, cuando al mismo tiempo, de modo subterráneo, existe la misma prostitución perfeccionada, pero en colores degradados: sexo por un porro, una dosis de Paco (que lo hay en Paraná), etc.; o por un viajecito lindo, un cargo, puesto, ascenso, oficina o influencia, un perfume importado y anillos de cristal suizo, y aun más. No sé por qué me suena como si apedreáramos de nuevo, acá en Paraná, a la mujer adúltera del relato bíblico. También la propia nota de Análisis da cuenta de que un par de prostíbulos más no pudieron clausurarse porque, misteriosamente, estaban cerrados al momento del procedimiento policial, notable anticipación y auto-clausura. ¿Habrán sido propietarias preocupadas, quienes tanto cuidaron la no explotación de su género y cerraron de motu proprio?
A mí me parece que esto de andar prohibiendo las casas de citas, de tolerancia, quilombos, piringundines, loquerías, puticlubes y demás es una pose que se adopta y que poco tiene que ver con el verdadero combate a la explotación. Hay mucha explotación además de la sexual, de esa otra ni hablamos, ¿o vamos a prohibir el cirujeo? ¿Si el que abusa es el “sistema” está bien, o siempre vamos a estar “…trabajando para solucionarlo, sepa disculpar Ud. las molestias”? Me parece a mí que se investiga poco la verdadera explotación y trata de personas y se hace mucho ruido con medidas para la tribuna: ¿alguien sabe si en la “pensión 14” había realmente explotación y trata? Se mezcla todo y camaleónicamente parece que hacemos y no hacemos tanto, ¿no? ¿Adónde van a practicar su empleo las chicas, a la puta calle? ¿Y ahí quién imaginará la profesora Osuna que las va a explotar, regentear o cuidar? Parece que la gente que más habla de la memoria, pierde en algunos momentos la memoria. Por más ordenanza de dudosa aplicación y cumplimiento que haya, seguimos siendo humanos dominados por pasiones y apetitos. El prohibir los lugares para el ejercicio de la prostitución no equivale a la abolición de la prostitución, es como creer que como en 1813 se abolió la esclavitud en Argentina, no hay más esclavos. Es una pose, un gesto hueco, una hipocresía. Es también algo así no darse cuenta que de la boca del lobo tiran a las mujeres que se prostituyen a la boca del león.
No sé bien por qué estas actitudes me hacen pensar que se persigue al medio pelo, al que no tiene demasiada influencia por falta de masa crítica, peso social (digamos votos) o no ostenta contactos adecuados, pero no se ataca ni a la degradación, ni al desparpajo, ni al privilegio, que siempre tienen excusas y coberturas donde esconderse y subsistir. Así pasa con nuestro modo de ser, argentinos, y luego nos explotan los trenes bomba, en lugar de crecernos los trenes bala, entonces las excusas se hacen añicos, como todos los que a medio pelo fueron combatidos o ayudados en nombre de la igualdad. Me suena así y perdonen, quizás sea disonante y ruidoso, tal vez moleste y aturda. Quizás tengamos que alejarnos y escuchar un poco como sonamos, como si quisiésemos oír la música celestial.
No digo que no haya que combatir la explotación, digo sí que hay que ir a lo substancial, no a lo periférico, al marketing, no sólo a lo simbólico: el mapa no es el territorio, si camino sobre el papel del plano hasta el trazado del Barrio Gaucho Rivero, no llego al barrio, llego al extremo del papel del plano y el barrio me sigue quedando lejos.
Antes de terminar estas líneas y para no alimentar indignaciones, amenazas, descalificaciones o, en el peor de los casos, denuncias penales por apología de algún que otro delito, aclaro que mis opiniones son eso: opiniones, que no pretendo ser irreverente, si no, con suerte, ser irónico; que por preguntar no me burlo de la explotación y no la promuevo; que no practico la trata, el esclavismo, ni ningún otro “ismo” por el estilo; no soy consumidor de prostitución y evito caer en las formas sutiles de esa actividad; solamente intento cuestionarme, imitando tímidamente a Sócrates y su mayéutica, y comprobar si tanto discurso, tanta actuación y tanta manifestación indignada de política, tiene efectividad y el suficiente consenso, discusión, tratamiento, sustento y pensamiento, que entiendo es lo único sagrado e irreprimible: el pensamiento humano, aunque sea molesto, políticamente incorrecto y un poco sarcástico, que de eso estamos hechos, de libertad y de chispa.
Osvaldo C. Trossero
05 de Marzo de 2012
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