Viaje del estupor al sexo

Qué, dijo el dolor perplejo.
Sí, dijo la duda con acento.
No recuerdo, replicó la certeza aguda.
Alguna vez, la acompañó su prima la firmeza.

Detrás de los gestos y las máscaras
quién se oculta.
En la sombra se mueve un alma obscura
que sólo el sabio nombra.
Tantas buenas intenciones,
tantas proclamas libertarias,
tanto acto,
tanto espanto.
La carne sangra a la menor oportunidad.
La oportunidad es hija de la carne,
pero le quita la sangre,
la rompe, la parte
y finalmente la corrompe.
La oportunidad de la carne está hecha de sangre.

Una caricia.
Un reflejo.
Una chispa adentro.
El sólo recuerdo de un buen momento.
Sexo con los ojos bien abiertos.
Un sabor, con un olor, con un temblor
son la marca de lo que es cierto;
no valen los gemires, los “tedeseo”
si un poro no da su veredicto de erección,
de celo.

Osvaldo C. Trossero
27-10-2010

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