Pura Amalgama
Si tus ojos titilan como las luces lejanas de los barrios,
cálidos,
aun en el viento del sur que vino hoy.
Si tu cintura tiembla,
rítmica,
decadente y perfumada como los gajos del limonero en el rocío mañanero de Abril.
Si tus pezones rosan envenenados mis sienes,
y cada poro en tu piel es un saxo sonando en vibrato
cuando mis manos buscan hondo y cada vez más hondo,
no es locura lo sentido,
es sentido de locura
el son de cada latido
y la luna asomada en la persiana,
es moral desgarrada por insana
y acto seminal,
pura amalgama.
Cuando brillen tus ojos en los míos
y los míos se espejen en tus ojos,
sabrás bien que no ha sido un desvarío
el abrir a otros ojos esos ojos.
Si tu cuerpo recupera el sentido,
que ha perdido de tantos años resentido,
no es el sexo que te doy el que ha podido,
ni tu sudor regalado en mi ombligo,
es la culpa que a los dos nos ha impedido,
vivir la vida como es debido
y recordar que sólo es el amor, el consentido,
el que repara tanto sabor desabrido
y tanto lloro y dolor desprevenido,
tanto reclamo, tanto moco, tanto timo,
de cerrar en vez de abrir,
de recelar y resentir,
de etiquetar y reprimir,
de aguantar y no parir,
lo que nos trajo a esta playa a compartir
a no guardar lo guardado
a no seguir
pudriendo
en cada amar lo no amado,
en cada abrazo no dado,
a no esperar,
sin repartir,
tanta dulzura y seno ardido
tanta piel
y tanta miel,
sin transmitir
tanta suave condición,
tanto canto, tanto son,
tanto otoño por llegar
y tanto abril por abrigar.
Osvaldo C. Trossero
Abril de 2011.
cálidos,
aun en el viento del sur que vino hoy.
Si tu cintura tiembla,
rítmica,
decadente y perfumada como los gajos del limonero en el rocío mañanero de Abril.
Si tus pezones rosan envenenados mis sienes,
y cada poro en tu piel es un saxo sonando en vibrato
cuando mis manos buscan hondo y cada vez más hondo,
no es locura lo sentido,
es sentido de locura
el son de cada latido
y la luna asomada en la persiana,
es moral desgarrada por insana
y acto seminal,
pura amalgama.
Cuando brillen tus ojos en los míos
y los míos se espejen en tus ojos,
sabrás bien que no ha sido un desvarío
el abrir a otros ojos esos ojos.
Si tu cuerpo recupera el sentido,
que ha perdido de tantos años resentido,
no es el sexo que te doy el que ha podido,
ni tu sudor regalado en mi ombligo,
es la culpa que a los dos nos ha impedido,
vivir la vida como es debido
y recordar que sólo es el amor, el consentido,
el que repara tanto sabor desabrido
y tanto lloro y dolor desprevenido,
tanto reclamo, tanto moco, tanto timo,
de cerrar en vez de abrir,
de recelar y resentir,
de etiquetar y reprimir,
de aguantar y no parir,
lo que nos trajo a esta playa a compartir
a no guardar lo guardado
a no seguir
pudriendo
en cada amar lo no amado,
en cada abrazo no dado,
a no esperar,
sin repartir,
tanta dulzura y seno ardido
tanta piel
y tanta miel,
sin transmitir
tanta suave condición,
tanto canto, tanto son,
tanto otoño por llegar
y tanto abril por abrigar.
Osvaldo C. Trossero
Abril de 2011.
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