Con ojos de mosca

Desde la noche plácida de estrellas,
vino, miel y piel.
Desde el sillón vigía del sexo nuestro
parte un quejido

pide auxilio

otro lo acompaña

y marca el camino por donde se deslizará un ¡Ay!
suave, húmedo y estirado,
un ¡¡Uff!!
un ¡¡Ummm!!

Desde el sillón
un lento deslizarse-enfundarse-resbalarse,
como si se flotara,
acrobacias alcoholizadas en tres dimensiones:
arriba-abajo-adentro;
derramarse, erizarse,
encenderse, resplandecer, iluminarse.
Viene,
se queda,
se va.

Deseo de ojos remotos que miren lo que el cuerpo ve,
lo que el cuerpo siente.
Ojos de mosca para ver 270 grados alrededor.
Como Olmedo: quiero ojitos en los dedos.
Como hoy es: sólo por desear deseo.

Hay un sabor,
regusto de hongos, ron y vino tinto.

Se busca el placer en lo prohibido,
hay que ver el placer que trae la libertad de sentir que todo está permitido.

Comparado con la guerra y su saber
esta batalla es la única donde se puede vencer luchando cuesta arriba:
rendir, rodear, someter a la enemiga
en una sumisión parcial,
hasta que recupere el habla
y cuando lo haga,
será imposible ganar una nueva batalla,
hasta que volvamos a las vías de hecho,
enredados en lides de vida y muerte
en la arena ardiente de algún lecho.

Osvaldo C. Trossero
Enero de 2011

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